sexta-feira, janeiro 11, 2008

La Palabra

Dejo las palabras. Así sin más… en una despedida inesperada y por ello quizás repentina.
De las palabras sobran los escudos con los cuales me defendí. Otras veces, de las palabras se soltaron armas poderosas con las cuales herí para no morir…pero nunca quiso matar!
¿Qué resta ahora? No más que un planchado vivido y borrado.
Los castillos que construí están habitados por mi imagen segredada en mi ausencia, las barreras rotas ahora que no soy encontrada.
Los fundamentos son la tierra que cubre mi cuerpo, inerte, en este emblema oscuro con que me escudo. Del silencio suelto energías invisibles para los que amo, quiero que nunca duden de ese mi sabor. El sabor sentido con el cuerpo todo. A tiempo entero. Mismo yo suelte una lágrima, de despedida, nada moverá mi condición.
Las palabras continuarán. Sin mí, pero continuarán.
Quizás el mundo tenga otro valor. Quizás la vida sea mejor. Es en el poder de las palabras que gustaba que encontrasen esa forma de amar.
Hoy fui de viaje a la boleia del destino, fui en nombre de la mujer que osé ser, para allá del Júpiter (que ni sé muy bien de cuál parte, positiva – negativa) sin más.
Nadie sabrá, se volveré, transformada de jinete de las corridas de toros de la vida o de mero embajador de la paz apetecida y tan distante.
volverse, seré el exponente de los límites positivos o el negrume de los incansáveis destabilizadores del universo. volverse, seré cualquier cosa que no conseguid ser.
Me resta la palabra. La misma con la cual nací, la que estuvo juntinha la mí mientras crecí y que ahora se separa por cuanto ya no a precisar…
Dejo-la… como me dejo aquí, llevada en llantos de no a tener explotado hasta a los confines del mayor imaginario que existió dentro de mí…
Partí!

Cassandra

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